viernes, 11 de diciembre de 2009

La importancia de llamarse Enrique Dans

Hay en la red un personaje que me tiene fascinado. Se trata de un biólogo venido a más y que, después de adornarse con titulitos del tipo “MBA”, y no sé qué de “management”, se dedica a contarle, a todo aquél que se deja, su opinión sobre tal o cual cosa.
Hasta aquí, no hay mayor problema que el que supone su pijez. Sí, es un pijo de tomo y lomo. ¿Qué nos importará cómo le va con su nuevo “kindle” o lo bien que le funciona la backberry de los cojones. La verdad es que el sueño de todo pijo es tener un ejército de aduladores y aborregados babeando tras de él y Enrique lo ha conseguido.
El problema con este personajillo aparece cuando Mr. Dans se autonombra representante de los internautas españoles. ¡Tiene cojones el pijito! Nadie le ha elegido para ocupar ese lugar pero, claro, la ministra Sinde le invita a tomar té con pastas y él se dedica a “twitear” como cualquier adolescente con su consola nueva.
Al día siguiente se dedica a arrastrar sus nalgas por todo medio de comunicación que se deje y a erigirse en el salvador de las libertades en internet (junto con una camarilla de lameculos igual de pijos que nuestro enriquito).
Si la democracia 2.0 tiene a personajes como Enrique Dans entre sus ejemplos a seguir ¡vamos de culo y contra el viento!

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